Son las 22:00 aproximadamente. Llegamos a la Diagonal. Gente de pie, en la calle charlando. Luces en el escenario alumbran al ritmo del chistoso Lalo Vilches. Policías, paseando y comprobando que el vino está a la temperatura perfecta. Manís; ¿en qué feria chilena no se encuentra un hombrecillo con una cesta de mimbre llena de manís y dulces?. Sin duda el protagonista de la noche fue el vino. Mucho vino. Compremos una copa y empezemos a catar. Sigamos el ritual: observar el color, oler y llevarlo a la boca. Sólo nos queda intuir y adivinar que aromas tiene el vino.
Elegimos como primera copa un Carménère. Es la cepa emblemática de Chile. Es fino y ligero. El aroma es afrutado. Frutas rojas. Desde la copa observamos un rojo intenso y violáceo.
La segunda cepa a catar será un Merlot. El dueño del stand me lo recomienda por ser mujer. Cosa que no me sienta muy bien, pero aún así acepto probarlo. Es suavecito. Rojo, rojo carmesí oscuro. El aroma me pareció frutal. Y con notas de cacao y vainilla. A mi gusto escondía un aroma a palta. No me atreví a decirlo muy alto…No estuvo mal.
Seguimos con un Chardonnay. Delicioso vino blanco. Elegante y fresquito. De color miel dorada. Aromas exóticos e inevitablemente frutal. Quizás frutas como la piña, maracuyá e incluso melón. Fue de mis preferidos: Chardonnay de la viña “Valle Frío”. Excelente!
Volvimos a llenar la copa. Esta vez con un Cabernet Sauvignon. El primer sorbo me supo a viejo. Antiguo. Me recordo al olor de la bota de vino de la casa de una tía lejana. Sabores fuertes y concentrados. De hecho los expertos dicen, entre otras cosas, que sabe a madera. De alguna manera lo relaciono con mi bota… Destaca en la copa un color rojo rubí profundo. Imagino que es ideal para tomar con carnes. Yo lo hubiera hecho de haber podido.
Y así fue mi primera cata. En la calle. De stand en stand. Saboreando extractos de uvas. Conversando y oyendo comentarios sobre los aromas. Fue entretenido. Lo repetería con alguien experto al lado. Que me guiara. Me gustó la experiencia. Ya estoy investigando para ir a visitar alguna viña y poder aprender como funciona todo el proceso.
Salut i força al canut! ( i que l’any que ve sigui més gros i més pelut!)
En un poble del centre de Mallorca un home ha sembrat dotze parres perquè, a més del plaer de veure-les creixer, algun dia els seus fills puguin menjar raïm i, potser, fer vi amb aquest raïm. Així que no estaria malament que aprenguessis el procés.
Qui sap si la meva vocació serà ser enòloga… Sinó sempre podrem menjar raïm amb formatge!
Una abraçada ben forta i no deixis de sembrar!!!