Ayer fui a cenar. Tenía una cena pendiente con una amiga. Habíamos acordado gastarnos un fondo común yendo a cenar y a tomar unas copas. Elegimos el restaurante Sushiclub. Los criterios de la elección no fueron muy trabajados. No queríamos ir a la típica pizzería ni al chino de al lado de casa. Pensamos que japonés podía ser divertido. Además delimitamos el territorio para que estuviera cerca de la zona de bares. Consulté, como siempre que quiero averiguar algo de un restaurante, la página web de Cómete Mallorca y la crítica no me desagradó.
El restaurante en sí tiene onda, hay ambiente y da ganas de entrar. Ahí se reúne la alta pijería de Palma cada viernes y sábado. Pero, como yo siempre digo, lo realmente esencial de un restaurante es que la comida sea rica y tenga una buena relación calidad/precio. Pues es eso, exactamente, lo que a mi modo de ver falló.
Durante toda la noche tuvimos un servicio muy demasiado atento. Justo entrar, dos camareras nos condujeron a la mesa. Una de ella nos sacó la chaqueta y se la llevo al guardarropas. Una vez sentadas nos trajeron la carta, una en castellano y la otra en inglés. Pedimos cambiar la que estaba en inglés y recibimos, por lo menos, cinco disculpas y la verdad es que no era un error tan trágico.
Pedimos un vinito blanco fresquito para acompañar la esperada comida japonesa. Nos lo trajeron y cada dos por tres nos iban llenando la copa. Ya sé que eso es señal de buen servicio pero odio que lo hagan. El vino blanco me gusta fresco y me suelo echar lo que me voy a beber para que no se caliente en la copa. Pues ayer no pude, cada dos por tres me llenaban la copa. Y claro, me entraron las prisas y empecé a beberlo rápido antes de que se calentara. Resultó un poco molesto para mi. Además una de las camareras casi se hubiera podido sentar a nuestro lado porque estaba cada dos minutos poniendo o quitando algo de la mesa. Estuvo muy pendiente de nosotras, cosa que se agradece pero para mi es excesivo porque una no come tranquila.
Respeto a la comida no creo que sirvan el mejor sushi de Palma (ni de lejos) como he oído decir a algunos. La comida es aceptable pero no vale lo que piden. Comimos gyosas que, para mi, fue lo más rico de todo. También pedimos arrollados. No fueron muy buenos. Tenían poco relleno y eran diminutos, eso sí, la presentación era casi perfecta. Y probamos algo de sushi obviamente. Comimos dos tipos de rolls y la verdad es que fueron un poco insípidos. En fin, que la crítica general no fue buena.
Después de cenar y pagar (au!) fuimos a un bar de copas de al lado que una amiga de mi amiga le había recomendado. El bar tiene por nombre Marchica y se define como el local más trendy de la isla. Otro local abarrotado de detalles y atenciones pero el cóctel que elegimos no fue, seguro, el más acertado. No me vais a creer pero, de verdad, no sabía a nada. Sobre la una de la noche se llenó de chicos “Ralph Lauren” y de chicas “super fashions”, víctimas de la moda y con papás ricos. Parecían todos hermanos peleando por ser el que más tiene (de lo que sea). O sea, que no estaba en mi salsa pero igual reímos y nos tomamos el cóctel insulso. Terminamos la noche en el Mar Café, bar que solemos frecuentar y, ahí, sí estamos en nuestra salsa…
Foto: L’ultima copa
Gran noche!! Lo mejor, sin duda, la compañía. Muakis
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