Empieza un año más y, para mí, empieza en una de las ciudades que más me gusta: Berlin. Vengo llegando de pasar allí lo que han sido mis últimos días del año 2013. He logrado desconectar y pasar 5 días diferentes a los del resto del año.
Berlin en Navidad se transforma y se viste de luces, glühwein y un poco de frío pero no pierde en ningún momento su esencia perenne del resto del año. Por pocos grados que marque el termómetro a mí me sigue pareciendo una ciudad cálida y acogedora. Para explicaros mi viaje lo dividiré en 3 partes.
PARTE 1. El pasado y el presente.
A pesar de haber tenido un buen guía, la ciudad deja entrever su historia y descubrir, paso a paso, detalles que permiten conocer y entender el carácter del país.
Aunque a menudo cuando pienso en Berlin percibo una imagen vieja y de color sepia, con alambres de espino y barreras fronterizas, también percibo un esfuerzo por superar el pasado teniéndolo, precisamente, presente. No es tan fácil lograr eso. No es fácil levantar una ciudad con las piedras del pasado. Otros lo hubieran enterrado con cemento y hormigón creando una ciudad nueva y limpia de pólvora.
Berlin no quiere olvidar ni un día de esa guerra a la que llaman fría. Pude visitar algunos de los secretos que se esconden bajo tierra, en las vías subterráneas, y de alguna forma divisé el dolor, la rabia, el miedo y la impotencia que sentían los hombres, las mujeres y los niños al elegir escapar antes de quedarse ni que fuera un minuto más donde estuviesen. Se jugaban la vida en cada intento por pasar al otro lado.
PARTE 2. El día a día.
Al subirme cada día en el S-Bahn (tren metropolitano) he observado a las personas que iban en él. He imaginado cómo sería la vida de una persona como yo en una ciudad como esta. En realidad no cambiaría tanto pero sí tendría otros matices.
El transporte público en gran parte de Alemania, como ya sabemos, se caracteriza por su puntualidad. La gente puede contar con llegar a la hora a su trabajo utilizando el transporte público y organizar así, minuto a minuto, el día que uno tiene por delante. Esto explica que la gente residente en este país sea puntual y llegue a tiempo a sus citas.
Es un país frío pero los espacios cerrados están perfectamente climatizados, lo que hace que la gente se vista con capas o como una cebolla, como dicen algunos. La idea es ir abrigado mediante capas y capas de ropa de las cuales uno se va desprendiendo a medida que se va introduciendo en lugares cubiertos.
Caminando he descubierto rincones que, a pesar de haber visitado esta ciudad varias veces, no conocía. Paseé por las calles observando a la gente y hay que reconocer que los berlineses tienen su propio estilo, siendo fieles a la moda hipster. Por supuesto, no dejé pasar la oportunidad de descubrir y saborear nuevas cervezas autóctonas en locales decorados al puro estilo vintage.
Aunque no sea la ciudad más limpia, tampoco es la más sucia. Las cosas funcionan.
PARTE 3. Ciudad de oportunidades.
Berlin es una ciudad cosmopolita con variedad de culturas y razas que invitan a mezclarse. Uno puede escuchar diversos idiomas mientras camina tranquilamente. Es una ciudad ideal para conocer gente nueva y diferente. La ciudad ya se ha acostumbrado a recibir gente de fuera, aunque sus aeropuertos no lo demuestren y aunque algunos berlineses mantengan aun un carácter un tanto conservador.
En los últimos años, han nacido en Berlin muchas startups supongo que fruto de la aun actual crisis que, aunque no haya azotado de forma tan drástica y dura como en España, igual ha estado presente. Y ya se sabe que en tiempos de crisis, tanto económicas como sociales, surgen nuevas ideas que conducen a nuevos proyectos y que derivan en nuevos modelos.
Da la sensación pues de que Berlin rebosa nuevos proyectos creados y desarrollados por gente joven, activa y emprendedora. Un entorno así genera sinergias y oportunidades que tientan. Encontré en este enlace un mapa de startups que han salido durante estos últimos años. No son pocas ni son poco interesantes.
Así, en Berlin, va surgiendo una cultura emprendedora fuerte donde se empiezan a apreciar algunos valores que nosotros, en España, pareciera que los hemos perdido. No quiero así victimizar a España ni pretendo minusvalorar el país pero sí pienso que hemos perdido valores que considero importantes y sí pienso que España no sabe apreciar ni gestionar el talento que el mismo país ha generado.
Sin mucho más que decir, termino este post feliz de haber empezado un año más en una ciudad como Berlin pero también muy orgullosa de poder continuar este año en mi querida isla. Aun no conozco muy bien los caminos que voy a escoger próximamente pero sin duda serán los que más me convengan. Termino con una de las frases que más me impactó al visitar El Muro:
Du hast gelernt was Freiheit heisst und das vergiss nie mehr.
Tú aprendiste qué es la libertad y ya nunca más lo olvidarás.
Muy buenas explicaciones desde su blog Un paseo por Berlin