Hablo de esos días tapados. Cuando asomo tímidamente mi cabeza por la ventana. Observo la vida de la calle. Gente va y viene. Pilla el coche. Lo aparca. Y yo quieta. Mirando. Viendo salir el sol. Y viendo al rato como se esconde. Se trata de un día tan tranquilo que casi podría decir que lo cedo al mundo. Escucho lo que me dicen. Espío a mi alrededor. Pero no aporto nada. Vivo la vida de los demás. Sin darme yo cuenta. Sin darse cuenta ellos. Y me pregunto ahora dónde empieza mi vida y dónde termina la de los demás. Mis decisiones son mías. Y mi vida tambien. No logro separar a los demás. Y quizás no se trata de eso. Pero a veces pienso que no seré feliz hasta lograrlo. Hasta que no se respete mi vida y todo lo que ella tiene, no estaré en paz con el mundo que me rodea. Hay que decidir. Comunicar. Asumir. Y, finalmente, aceptar. Se aproximan cambios. Aceptémoslo.
Un día más o un día menos
17
Mar