He pensado (meec!) que no estaría mal escribir también sobre mi año bloguero. Mi blog y yo hemos sufrido cambios importantes este año que me han hecho engancharme más a lo que llaman la blogocosa (que reconozco que no me mata este término). Siempre buscando ayuda y aprendiendo he tratado de estar, más o menos, al día de este mundillo.
A mediados de abril mi blog cambió de cara. Construí una nueva fachada más relajada y más a mi aire. Contraté mi mejor arquitecto de blogs y juntos armamos una nueva imagen que se adaptaba más a mis “necesidades”. Y no es casualidad que acabe de mencionar la palabra necesidad. Escribir, contar y plasmar mis quehaceres se ha convertido en una nueva rutina voluntaria y satisfactoria. Ya no puedo evitar despertar cada mañana y visitar algunos blogs y comprobar que el mío sigue vivo.
El otro día leía un post de Rosa en el que hacía pública una lista de blogs en los que ella, de alguna manera, había influido en su nacimiento. Ella lo llamó “dar un empujón”. Y descubrí que crear un blog puede ser contagioso. Yo aún no puedo hacer una lista como la de ella, pero sí puedo decir que este año he hablado de mi blog, lo he dado a conocer un poco más y, al menos, una persona se ha animado a empezar. Sería falso atribuirme los méritos de esa nuevo nacimiento pero sí di un pequeño empujón.
Paraula d’esfinx nació hace un mes. Se trata de un blog muy original que promete ser un diálogo eterno entre cuatro personajes locales que hablan de la verdad y la memoria histórica con palabras disfrazadas de ficción. Es una fusión muy interesante y llena de ironías. Tiene un buen fondo y la imaginación del autor junto a sus curiosidades y saberes dará una lección a más de uno. Es un blog catalán del que ya no sé evitar visitar a diario.
Este año también estuve, de alguna manera, colaborando con una nueva y joven iniciativa: Maulee. Un grupo de jóvenes decidió armar un diario ciudadano y no les ha ido nada mal. Me pareció una idea genial y fue un gusto ver a gente joven trabajar por amor al arte en un proyecto que implica constancia, tiempo y alguna moneda de su propio bolsillo. Empezaron sin nada. Cuatro chicos con ganas de escribir y dar su opinión glocal del mundo se juntaron y decidieron tirarse a la piscina. Estuve encantada de conocerlos y participar junto a ellos en todo lo que pude.
Otra cosa que me ha ocurrido este año es que he sufrido una leve obsesión por buscar lugares donde haya wifi y a poder ser que sea gratuito, obvio. Cuando andaba viajando con mi notebook la elección de donde tomar un café iba condicionada por el wifi. Agarré un cariño especial a mi pequeña Susa y este año me acompañó casi a todas partes.
Ha sido, para mi, un año bastante activo (“blogueramente” hablando) en el que escrito un poco de todo. Me siento orgullosa de mi blog. Nunca pensé que pudiera mantenerlo ni que ese mantenimiento creara tanta adicción. Como siempre es un placer escribir y leeros. Este post va por l@s bloguer@s, los nuevos y los veteranos. Feliz año y larga vida a los blogs!
Foto: Xurri