Hoy fue 21, uno más o uno menos. Así que salimos a celebrar. Elegimos un rincón nuevo. La Tasca de la esquina (3Sur, 1Poniente) fue nuestro destino. Es un lindo restaurante con comida “española” e internacional. Así se define en la carta. Hay hartos platos para elegir, desde carne hasta pescado. Existe la opción también de comer paella cosa que me tentó, la verdad, pero pensé dejarlo para la próxima.
Justo entrar nos asignan una bonita mesa. Cerca de unos diez abanicos que estaban colgados en la pared queriendo dar un aire español sureño. Sonaba música flamenca de fondo. En otra pared encontrábamos un póster de una corrida de toros malagueña. En general se respiraba un ligero aire a tasca, a madera. En el fondo había una chimenea que mantenía el ambiente cálido. Colgaban detalles que podían parecer españoles, ni yo misma me acabé de convencer. Mientras esperábamos los platos y observábamos a nuestro alrededor untábamos alioli en rebanaditas de pan.
Yo comí una suprema de pollo rellena de gambas y ostiones. Riquísimo. El único problema es que la suprema estaba rellena de UNA gamba y UN ostión. Igual estuvo exquisito el plato bañado con una salsa de jerez. Él optó por un plato de pescado. Tilapia fue el plato escogido, acompañado de papas duquesa y bañado en una crema de champiñones. Muy bueno.
Escogimos un vino. La ocasión lo merecía. Así que compartimos un Carmenère, afrutado pero algo amargo. Hicimos todo el ritual de la cata. Inventamos sabores, olores y colores. En cuanto fuimos a comprobar si habíamos acertado, descubrimos que la etiqueta de la botella de vino estaba escrita en chino o coreano (que sé yo). Solo entendimos que era un Balduzzi Carmenère del 2005. Así que dimos por acertada nuestra cata.
Terminamos con un goloso postre. Saboreamos un brownie bañado con baileys, acompañado con natillas, nata y chocolate. Sin palabras. Exquisito. Así fue este 21, igual pero diferente. Y muy apetitoso.
Foto: jypsygen