Ayer cené en Lloseta, posiblemente, en el mejor restaurante de este pueblo. Santi Taura es el nombre del restaurante y del cocinero y dueño del local. A pesar de que la página web del restaurante esté en plena construcción y con poco contenido útil, la comida no deja nada que desear.
Sólo se puede comer ahí si previamente se ha reservado mesa. Aviso que no es cosa sencilla, pues está muy solicitado. El menú consiste en 6 platos: 3 aperitivos, un primer plato, un segundo plato y un postre. Los aperitivos van variando, pero el primer plato siempre suele ser carne y el segundo pescado. No hay carta dónde elegir. Existe un sólo menú degustación para todos los asistentes. Todos comen lo mismo.
Es un caso ejemplar y un negocio envidiable. En el local no hay más de 7 u 8 mesas. El cocinero, Santi, te atiende personalmente. Se acerca a la mesa y te explica detalladamente el menú del día. Es agradable escucharlo, pues siempre te sorprende con alguna mezcla exótica. Y su acentillo “llosetí” suena divertido y llena su descripción de buén sabor.
Él aparenta ser una persona tranquila y detallista. Siempre que lo veo sonríe, por eso, logra caer bién a la gente. Sus creaciones culinarias són completas y elaboradas. Siempre acompaña los platos con delicadas salsas de sabores sorprendentes. Hace una cocina moderna siguiendo rasgos tradicionales. Innova y actualiza las recetas centenarias. Es como un cura moderno en el mundo de la alta cocina. Es joven y dudo que su potencial se quede ahí. Imagino que es ambicioso y que, pronto, será el Subijana mallorquín.
La decoración del restaurante está llena de pequeñas cositas que llaman la atención. Partiendo por cuadros que, curiosamente, también pinta él y no con poca gracia. Los cuadros, según él, siguen un fondo filosófico. Uno de ellos me llamó mucho la atención. Se trata de 3 lámparas medianamente modernas, como de papel, pero estas están apagadas. Dice él que quiere mostrar la (in-)utilidad de las cosas. En ese caso, podríamos descifrar el significado como que tenemos una lámpara en casa para decorar y no para dar la luz, cambiando por completo la función de dicho objeto. Creo que es eso lo que ayer me intentó explicar. En general, se respira un ambiente cálido y uno se siente cómodo con el trato familiar que recibe.
Quisiera destacar que la tarjeta de contacto y la carta de vinos están escritas con “tinta” de café y vino. Ese fue otro detalle que ayer me confesó Santi.En la web podéis encontrar el número de contacto y la dirección por si os animáis a probarlo.
Como decía el otro día, podríamos empezar por abrir nuevas puertas a nuestro turismo. Una gastronomía con buena reputación y de calidad sería un buén comienzo. Que Mallorca fuera conocida por la buena comida y no sólo por sus playas y por el nombre de un tenista, abriría puertas y ventanas a la isla. Refrescaría la imagen obsoleta de nuestra Mallorca y olvidaríamos, poco a poco, nuestro peor defecto, la estacionalidad. Pues comer lo hacemos tanto en invierno como en verano… Y la buena comida es de los mayores placeres que hay en la vida, sería una pena dejar pasar esta oportunidad.
Foto: Santi Taura