Ante el fracaso de no haber cumplido con la mayoría de los propósitos que me propuse el año pasado, he decidido escribiros una carta. Creo que este año voy a necesitar un poco de magia para cambiar algunas cositas y para conseguir algunas otras.
Majestades, os advierto que mis deseos son ambiciosos pero no imposibles. Este año me he propuesto cocinar el mejor de los caldos con los ingredientes que estén a mi alcance y a mi alrededor. Se acabaron los intentos de apañar recetas incompletas con ingredientes imposibles de conseguir. Este año tiene que ser de colores realistas. Ya no hay sitio para propósitos blancos eternos ni negros confusos.
Yo pondré la base para ese caldo. Ustedes, majestades, aporten la magia necesaria para cada ingrediente que listo a continuación.
– Necesito 300 gramos de paciencia. Ya sé que cada año pido tener un poco más y creo que poco a poco la voy obteniendo. Gramo a gramo la voy acumulando. Aun así, nunca obtengo la suficiente para llegar a fin de año.
– Os pido 2 cucharaditas de ilusión. Ésta no suelo perderla pero aun así me viene bien ir renovándola. No permitáis que me quede sin ganas de seguir aprendiendo y superarme. La ilusión sin duda es lo que siempre me hace seguir hacia adelante, pase lo que pase.
– Necesito también una pizca de realidad. La necesito para apreciar lo bueno que tengo y no olvidarlo, pero también para tener más presentes mis defectos y no ignorarlos. No es sano perder de vista lo que es real y confundirlo con ambigüedades innecesarias.
– Me irían bien 200 gramitos de confianza. 150 de ellos son para depositarlos en las personas que la merecen y los 50 restantes son para mí.
– Deseo muchísimo unos 350 gramos de coherencia. Espero en este año ser más fiel a lo que siento, a lo que pienso y asumir así las plenas consecuencias. Espero lo mismo de quien voltea por mi vida. Quien me quiera, que me quiera entera.
– También quiero un par de quilos de sonrisas, de esas que te desencajan la mandíbula, de esas que hacen que te atragantes. De esas sonrisas que son sinceras y de verdad. De esas que te hacen llorar.
Tal y como se acostumbra en estas fechas, hago balance. Y para qué engañarme, no estoy mucho más lejos de donde estaba hace 365 días. Y eso es lo que ya no puedo permitirme más, porque el tiempo vuela y yo me apago si no avanzo.
Me propongo, y eso va a mi cuenta y al margen de la magia, desprenderme de todo lo que me paraliza, de todo lo que no me deja avanzar, de todo lo que me impide ser completa. De todo lo que me lleva a ningún lugar.