A unos pocos días de las elecciones, tras haber logrado una cifra más que considerable de parados, tras haber visto, en primera fila, una retahíla de corrupción y robos políticos, el pueblo sale a la calle la plaza. El pueblo se muestra indignado y éste está más unido que nunca.
Jóvenes, jubilados, parados, inmigrantes, estudiantes y trabajadores se unen para manifestar su indignación, para compartir y organizar el movimiento. Se trata de gente muy diversa y con distintas ideologías. El denominador común es que están descontentos, cabreados e indignados ante el sistema político, económico y educativo que hay en España.
Republicanos, monárquicos, nacionalistas y algunos otros más se unen para protestar juntos y proponer algunas soluciones. El mundo está mirando y admirando a este grupo, mientras los medios en España ignoran la importancia de este movimiento. Y es que, hoy, estamos en plena jornada de reflexión y se sigue resistiendo en las plazas.
Señores, a mi se me encogió el corazón al verme inmersa en una masa de personas tan diversas dispuestas a luchar por una democracia real, por una libertad entera y por unos principios comunes que ya viene siendo hora de que sean reconocidos.
Al fin, la voz de los jóvenes está haciendo eco en el mundo. Al fin, los jóvenes empezamos a escribir nuestra historia y a editarla en nuestro legítimo formato. Y lo mejor es que es una lucha pacífica y por unos derechos que nos pertenecen con lo que no hay nada que temer.