Nunca digas de ese agua no beberé. Te lo digo yo.
Me he pasado más de media vida cuestionando el funcionamiento de algunos empleados públicos. Aun así, sumergida en mi mundo de contradicciones, hace ya algunos años me presenté a unas oposiciones. Me convencí de que, aunque no hubiese estudiado mucho, me serviría la experiencia de haber participado en ese proceso. Obviamente no conseguí ninguna plaza pero sí entré en un bolsín que hoy me ha posibilitado la adjudicación de una plaza de funcionaria interina. Sí, soy funcionaria y trabajo para el Govern de les Illes Balears. Sí, cada mañana consulto las novedades del BOIB como si de la revista Hola se tratara.
No sé cuánto me durará este interinaje ni adónde me va a llevar. Sí sé que la experiencia de haber trabajado en el sector público no caerá en saco roto.
En la Conselleria que me han asignado hay de todo. Los hay que trabajan y, para no romper el mito funcionarial, los hay que no. Lo que sí he podido comprobar es que trabajo hay y que quién quiere trabajar puede hacerlo.
Como ya viene siendo normal en mi, he vuelto a caer en mi ciclo de contradicciones. He dedicado gran parte de mi vida laboral a esforzarme para conseguir un trabajo digno en la empresa privada. Para qué negarlo, no me ha resultado fácil. He insistido, he estudiado, me he formado y he adquirido experiencia pero parece que nada es suficiente y que no siempre gana el que más y mejor trabaja.
Me he cansado de esforzarme tanto y de gritar para que mi trabajo sea valorado. Me he cansado de pedir condiciones mínimas y sobre todo, me he cansado de vivir luchando cuando se puede vivir, sin más, menos cansada y sin luchar tanto.
Ahora no dedico más de 7 horas al día a trabajar. Trabajo de ocho a tres llevando a cabo funciones que no me realizan especialmente pero me entretienen. No me aburren y me mantienen. Cuando termina mi jornada laboral, me olvido de mi trabajo y dedico el tiempo restante del día a lo que me gusta. ¿Es tan horrible valorar eso? Ahora tengo dinero y tiempo para gastarlo. Ahora tengo tiempo y recursos para cumplir mis sueños.
Siempre me dijeron que trabajase en algo que me gustase. Ya lo he hecho y me ha venido justo vivir sobrevivir de ello. Demasiado justo.
He entendido que el dinero no sirve de nada si uno no tiene tiempo libre para gastarlo, o invertirlo. El dinero parado se pudre. También he pasado por épocas con mucho tiempo pero sin dinero. Lo ideal, como siempre, es lograr un equilibrio. Aunque llegados a cierta edad, elijo tiempo antes que dinero. Me ha costado 34 años llegar a esta conclusión.
Lo único que no me gusta de mi nuevo trabajo es que mi continuidad no depende de lo que me esfuerce, tampoco mi retribución. Trabaje lo que trabaje, cobraré lo mismo. Trabaje lo que trabaje duraré lo estipulado. Es así como los funcionarios se desmotivan: saben que nadie los premiará si lo hacen bien, pero también saben que no serán castigados si lo hacen mal. En la empresa privada tampoco me sentía premiada cuando hacía bien mi trabajo, pero si no lo hacía bien sí me he llegado a sentir castigada. He ahí una de las diferencias entre el trabajo público y el privado.
Se acercan nuevas oposiciones y empiezan las guerras internas. En mi Conselleria, los interinos conformamos un grupo grande. Todos queremos quedarnos y sabemos que no todos podremos hacerlo. Trabajamos más que los veteranos y aun nos quedan ganas de seguir aprendiendo. Empezó otra lucha, otra etapa, otra manera de valorar las cosas. Y eso es tan digno como todo lo que llevo haciendo hasta ahora.
Imagen: Hernán Piñera