Tras unas cuantas sesiones de creatividad en el programa de Promotors tecnològics de les Illes Balears, me he inspirado a escribir sobre ellas. La profesora con la que hemos compartido estos días es Maite Trujillo Mena, técnico del departamento de Innovación y Empresa en el Instituto Andaluz de Tecnología. Han sido 3 días intensos y aunque me hubiera gustado saltar algunas partes teóricas para meterme de pleno en casos prácticos, considero que estas sesiones no podían faltar en el programa.
En algunos momentos, mientras estaba en clase, pensaba que tanto “rollo teórico” no encajaba en una clase basada en cómo ser más creativos y cómo llevar la creatividad al ámbito empresarial. Ahora, recordando las sesiones desde casa, 2 días más tarde, entiendo que no podría aplicar algunas técnicas para facilitar que la creatividad surja si no las conociera. Entiendo que ahora tengo las herramientas y que sin ellas, seguramente, me hubiera resultado más difícil mostrarme creativa ante posibles situaciones que espero se me den en el futuro.
La creatividad, como muchos afirman, es posiblemente la antesala de la innovación. Ser creativo y tener ideas no sirve de nada si no se llevan a cabo, si no se gestionan o si no generan un retorno. Por tanto, es esencial tener ideas pero hay que saber identificarlas y aplicarlas. Y no conviene olvidar, como decía Picasso, que “el acto creativo es primero fundamentalmente un acto de destrucción”, entindiendo que generar ideas creativas supone cuestionar supuestos y creencias que la sociedad ya ha dado por aceptados.
Maite, empezó la clase reconociendo que todos somos creativos. Aún así, hay que entrenar la creatividad y, sobretodo, hay que contar con la disposición de querer aplicarla a nuestras vidas (personales y laborales). Existen, eso sí, bloqueos o barreras que a veces no nos permiten ser todo lo creativos que quisiéramos. Maite nos planteó la duda de si le escuela, hoy día, mata la creatividad. Y, desde mi punto de vista, no sé si la mata pero desde luego no la fomenta. El sistema educativo actual no tolera errores, no ayuda a aprender de ellos. Y errar, equivocarse y destruir es uno de los principios que la creatividad defiende. Así, somos un país con pánico a cuestionar, con temor a equivocarnos y con un tremendo miedo al fracaso. Somos poco arriesgados y sin riesgo no hay recompensa que, para mi, valga.
También hemos hablado de los “creaticidas” y cómo evitarlos en caso de que se nos presenten. Los “creaticidas” són esas personas que se encargan de ver, solamente, los puntos negativos de una propuesta innovadora. Se fijan, normalmente, en aspectos que pueden tirar atrás a los más creativos remarcando las dificultades, los riesgos, los costes, etc. y obsesionándose con el corto plazo y las soluciones inmediatas.
Termino enlazando, a modo de reflexión, un video que nos mostró la profesora y subrayando una de las frases que sale en él: “Si haces lo que siempre has hecho, obtendrás los resultados que siempre has obtenido“.
Foto: Espiral del pensamiento creativo diseñada por el Dr.Mitchel Resnick