Esto de estar casada, como todo, tiene sus ventajas y sus desventajas. Hay que reconocerlo y, especialmente, para una mujer. Nunca hubiera imaginado que el hecho de “casarse” conllevara tantos detalles y comentarios, a veces, absurdos.
No es la primera vez que comento esa gran pregunta que todo el mundo me hace sin pensar cuál será la respuesta. La pregunta es: “¿Cómo llevas la vida de casada?”. La verdad es que solo me sale un “bién”, ya que no son tantos los cambios a mi modo de ver y en mi caso. Es como si te preguntaran “¿Cómo va la vida de soltera?” Pues la verdad es que no es muy distinta, al menos, a mi vida de casada. Esto puede sonar un poco borde pero no quiero que suene así, lo que quiero es que la gente se dé cuenta que no llevo ni tres meses en mi nuevo “estado civil”, que vivo en casa de mis padres, trabajo, voy al gym y salgo de fiesta con mis amigos. Quizás quisiera ya haber empezado una nueva vida con él pero aún no se puede, aunque falta poquito. También me gustaría que se entendiera que no por eso estoy mal. Al contrario, me siento bién y con fuerzas. No hay porqué compadecerse de mi.
A parte de esto, el otro día cuando me estaba vistiendo para ir a cenar con unos amigos “juzgaron” mi forma de vestir según el “estado civil” que tenía. Fue algo así como “Una mujer casada no puede vestirse así”. “¿Cómo es eso?” Pensé yo. Lo que me faltaba por escuchar. Ahora resulta que debo vestir distinto. No lo entiendo pero, aún así, me cambié los zapatos… Aún trato de imaginarme cuál es el uniforme para chicas casadas.
Mi hermano pequeño, siguiendo su estilo, me dijo algo como “Te ves muy adolescente”. Y mi padre secundó la afirmación. Mi reacción fue ponerme a la defensiva, cosa demasiado muy común en mi. En realidad, nunca he aparentado la edad que tengo. Siempre he parecido más joven en varios aspectos. Y no me importa que así sea. Lo que sí me molesta un poco más es que el comentario se base en que “ahora” estoy casada. Así que solter@s, aprovechad para vestiros como os de la gana “ahora”… Luego puede ser demasiado tarde.
Otra cosa que me sucede últimamente es que muchas personas (que conozco), especialmente mujeres, cuando se dirigen a mi me remarcan la palabra señora. Por ejemplo me dicen frases como: “Ahora ya eres una señora”, “¿Cómo estás se-ño-ra?”, “Ya no podemos llamarte señorita”, etc. Es una manera de hacer la talla broma. Aquí es donde saco mi media sonrisa forzada y delatante. Lo odio!
En la cena que fui el viernes, que os comentaba antes, hubo varias frases, también, para recordar. Vino gente que hacía tiempo que no veía y la primera reacción era preguntar disimuladamente algo que sabían ya con certeza: “Me han dicho que te casaste, ¿es cierto?”. Esa fue una de las frases introductivas y estuve tentada de contestar: “No, es coña, me inventé el rumor para llamar la atención…”. La segunda reacción era decirme “Qué fuerte!”. Y ahí ya empezaba, otra vez, lo de “¿Cómo te va la vida de casada?. Curiosamente esta pregunta suele ir seguida de una media sonrisa que insinúa algún tipo de retintín.
Si un día me llama alguien para salir y, simplemente, no me apetece no falta el comentario de “Ay, es que desde que estás casada…”. Da la sensación de que se aprovechen de ese hecho para armar cualquier tipo de frase. Si es así, tendría que empezar a “usar” la esxusa de “no puedo porque estoy casada”, y no considero que sean muchas las veces en que deba y/o pueda “usar” esa frase.
Una de mis primas el otro día me preguntaba qué tal mi vida de “ama de casa”. Aquí ya sí que me ataqué de los nervios. Se ve que para ella estar casada equivale a ser ama de casa. Me sonó muy machista.
Con todo eso no quiero que se me malinterprete. Solo he tratado de reunir las “anécdotas” que más me han llamado la atención estos días. Lo expliqué con un cierto humor irónico ya que no vi otra manera de hacerlo. Sé que todas estas anécdotas tienen su orígen en el interés que la gente, que me quiere, tiene hacia a mi. No quiero que nadie se sienta ofendido, puesto que lo cuento entre muecas, guiños y alguna risa por en medio.
Dibujo: Gloria Lopez
😀
A mi nadie me dice aun como vestirme.
Daniel, el “señor”.
Eso me carrrrga!! el primer año de casada fue lo mismo, como q hubiera cambiado mi identidad, y ni hablar cuando te preguntan por los hijos… pfff! tanto estereotipo. Un saludo!
No vuelvas a cambiarte los zapatos!!!
Totalmente de acuerdo con tu entrada, hay veces en que para decir lo que se dice es mejor evitar decir nada, por una parte la gente se repite mucho y se agarran constantemente a la frase de “eres su mujer” por lo menos mi suegra, frase comodín para facilitar todo tipo de encargos sin escapatoria, a lo que yo, evidentemente, me niego (para algo existe el concepto de nuera también xD).