En ocasiones veo búhos. Camellos. Murciélagos. De todo. Me quedo fijamente mirando estas paredes y acabo imaginando que estoy en una selva. Quizá es la magia de la madera. O quizá empiezo a rozar la locura. Mis reflexiones de estos meses han sido observando estas figuras que se forman en la pared. Una habitación con paredes de madera hace que parezca más cálida, pero se corre el riesgo de alucinar hasta el punto que he llegado yo. No es grave pero sí recomendable salir un poco cada día para despejar la mente. De paso decidí hacer deporte. Así mis alucinaciones aminoran y mi mente está más relajada. Ésta fue la paranoia del día. No tomé ninguna substancia rara y tampoco tomé ninguna gota de alcohol. Solo dejé llevar mi mente más allá de la madera.
Más allá de la madera
7
Jul