Hace unos días subí a la Comunidad Hosteltur un post titulado “¿Turismo? ¿Para quién?”, preguntándome ¿Qué seremos de mayores los que estudiamos turismo? El post ha generado debate acerca de las carencias en la formación de los estudiantes de turismo y acerca de la perspectiva de futuro que tenemos al salir de la Universidad. Como continuación del debate Hosteltur produjo un artículo “Diplomatura de Turismo: decálogo de males”, sintetizando la opinión de estudiantes, profesores, ex-alumnos y profesionales.
Me gustaría aportar algunas ideas y conclusiones sobre el tema, a partir del Proyecto Final de Máster que defendí el semestre pasado. Particularmente, me gustaría referirme a la percepción que tienen los jóvenes acerca del turismo antes de comenzar los estudios superiores. ¿Qué turismo estamos ofreciendo a los jóvenes?
Busqué respuestas en las aulas porque me impactó la cifra que representa el fracaso escolar en Baleares. Concretamente, según datos del Ministerio de Educación, en el curso 2008-2009 un 39% de los alumnos que comienzan la E.S.O. no obtienen el título de graduación. Es un porcentaje elevado ya que supone ser la comunidad autónoma con más fracaso escolar a nivel nacional. Además, esto ocurre en un territorio donde el turismo supone un 43,2% de la economía balear. Es precisamente a partir de estas cifras que me empiezan a asaltar preguntas y empiezo a cuestionar como se relaciona el turismo y la educación de nuestros jóvenes.
Concretamente la investigación consistió en comparar 4 centros educativos de dos zonas de Mallorca. Las zonas fueron Calvià, municipio claramente turístico e Inca, territorio interior, con mayor actividad industrial y agrícola. De los centros seleccionados, por cada municipio se eligió un centro con mayores recursos socioeconómicos que el otro.
Si bien no me extenderé mayormente en este artículo acerca de los objetivos y resultados de la investigación, sí creo interesante exponer algunos puntos que pueden aportar algo de luz al problema de la formación en turismo.
En primer lugar, en general se observó que los alumnos pertenecientes a Inca tienen una percepción más positiva sobre el turismo que los de Calvià.
Por otra parte, fue notorio que aquellos alumnos provenientes de familias con un nivel de formación más bajo tienden a valorar menos las profesiones relacionadas con el turismo.
Si hilamos más fino y concretamente en Calvià, los alumnos con menores recursos eran quienes tenían mayor cantidad de padres y madres que trabajan en el sector turístico, generalmente en empleos con baja cualificación. En este sentido, los sentimientos asociados al turismo tienen que ver con horarios extensos, bajos salarios, precariedad, falta de expectativas.
Por su parte, los alumnos de Inca, expresaban una percepción acerca del turismo y el trabajo en el sector más relacionada con la diversión, hacer carrera, el dinero, fiesta y entornos paradisíacos.
También creo importante mencionar que la percepción desde el punto de vista de los responsables de los centros era casi diametralmente opuesta a la de sus alumnos. En general, los directores de centros en Inca, pensaban que la formación era suficiente y la oferta adecuada. En cambio, en Calvià se esperaba una mayor oferta de estudios específicos, tanto en formación profesional como en la universidad.
Asimismo, los educadores de los centros de Inca resaltaron con mayor énfasis el impacto ambiental que provoca el turismo. Sin embargo, los de Calvià se fijaron más en el impacto económico que el turismo supone.
Valoraciones personales
El turismo afecta y cambia el entorno del residente. La percepción que tiene el residente sobre el turismo influye a la hora de tomar ciertas decisiones que ocurren desde la etapa escolar. El estudio, si bien es muy incipiente, permite atisbar algunas ideas acerca de dónde enfocar esfuerzos educativos y sociales de manera que se formen profesionales de calidad para mantener una industria de tanta importancia en Baleares y España en general.
Creo que un aspecto clave a considerar es la calidad de los empleos en turismo. La precariedad, los horarios malsanos y la baja perspectiva de futuro para buena parte de la población puede estar generando una sensación de rechazo en los jóvenes que provienen de familias afectadas por esta situación.
También es importante tomar conciencia de que en muchas ocasiones existe una percepción sobrevalorada del turismo. Algunos jóvenes afirman querer trabajar en el sector bajo la premisa de que “no requiere mucho estudio” y de que “se gana dinero”. Estas premisas son las causantes de que algunos jóvenes se vayan a estudiar la carrera de turismo con el objetivo de estudiar poco y trabajar precariamente o incluso provoca la salida directa al trabajo, en forma similar al efecto llamada que ha tenido la construcción en la última década en España, con las consecuencias que hoy se lamentan.
Por otra parte, creo que es necesario planificar y ajustar la oferta formativa, no solo desde el punto de vista de la mera demanda del mercado, sino también orientada a crear profesionales que tengan en cuenta la sostenibilidad del territorio, sensibilidad hacia el residente y capacidad de innovación.
Por último, quiero aclarar que para realizar este tipo de estudios se precisa la colaboración de algunas entidades públicas que, en este caso, no han querido ayudar a la hora de aportar datos estadísticos que hubieran permitido un análisis más profundo del rendimiento de los centros educativos. Demostraría un esfuerzo de transparencia el hecho de que esos datos fueran públicos. Existe una clara contradicción ya que tales entidades han demostrado interés por el tema analizado pero a la hora de liberar datos no lo han hecho, presumiblemente por la reticencia a exhibir resultados incómodos en el período electoral en el que se realizó el estudio.
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