En esta región la gente no acostumbra a salir a cenar. Entre otras cosas porque aquí se toma once. No se cena. Entiendo que la diferencia está en la manera de comer. Tomar once lo comparo más con picar algo. Sin fijar una hora. Cenar supone poner cubiertos sobre la mesa, cocinar algo y sentarse todo el grupo a una misma hora cada día. Cenar, para mi, se convierte más en un ritual. También existe la posibilidad de salir a cenar. Ir a un restaurante y dejar que nos sirvan lo que pedimos.
Ahí es donde quería llegar. Pienso que tanto los consumidores, como los empresarios de Talca, deberían ponerse las pilas. Y también deberían llegar a algún acuerdo tácito. En Talca falta gente que se anime a salir en la noche a tomar algo, a picar algo, a reunirse con sus amigos para charlar con una chela fría en la mano.
¿Qué ocurre?. Que en parte entiendo que la gente no salga en ese plan. La ausencia de ambientes aptos para todos los públicos lo dificulta. Si uno es joven y con poca plata, las opciones son pocas. Una de ellas es tomar once en la casa y comprar alcohol en el súper y compartirlo en el patio de la casa. La otra es ir a comer completos y tomar la cerveza en el coche. No podemos meter a todos los veinteañeros en Tatoha o Balmaceda las noches de sábado. ¡Señor empresario despierte!. En Talca hay muchos estudiantes, gente joven con ganas de salir de la casa y con aspiración de tomar algo más que una cerveza de litro. Desconectar del trabajo diario. Romper la rutina de la universidad o del trabajo. Si yo fuera empresario trataría de captar a toda esta gente. Pues a todo el mundo le gusta poderse permitir el lujo de sentarse y tomarse un pisco sour. ¿Cómo convencerlos? Es un problema de presupuesto. Se trataría de crear un ambiente poco cargado, casero, con precios asequibles para estudiantes y profesionales jóvenes, con opción a poder picar algo. No cuesta que el cliente se acostumbre a eso. Pero falta oferta. Con una buena oferta, la demanda vendrá sola.
Voy a fijar la vista en La Diagonal. Los bares que están naciendo por ahí empiezan a tener vida. Vida de gente treintañera, obvio. Han querido adaptarlo a un nivel que no corresponde y no termina de cuajar. Si lo que quieren son clientes con plata tendrían que exagerar más aún los precios, volverse más elitistas y ser mucho más exigentes con lo que ofrecen. Si en cambio, lo que quieren es buena onda, ofrecer donde se pueda tomar algo acompañado con buena música, obtener la buena publicidad gratuita que da el boca a boca de los clientes satisfechos y el local lleno cada día, habría que mejorar varias cosas.
Marketing. Lo primero, iluminar la Diagonal. Sacar la pizarra a la acera anunciando el 2×1 del día. Regalar una tapa a modo de detalle con el consumo. Ser generoso con el cliente. Promocionar la zona y el local. Colgar un papel en la puerta avisando del día que el local permanecerá cerrado. Eso me pasó el otro día, fui al Embrujo con la idea de tomarme la que considero la mejor caipirinha de Talca (aunque el año pasado era mejor) y resultó estar cerrado. ¿Cómo saberlo?. Algo fundamental sería tener buenas páginas web de los locales, facilitando cualquier detalle que pueda ser útil. No dejemos que los demás piensen que Talca es fome. Sorprendan, actúen y ¡salgan en la noche!.
Encontré muy bueno el articulo..
De todas maneras , no hay como “Talca” 😀
Saludos