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19 Dec

El otro día me hicieron un regalo. Un libro. El misterio de las coincidencias. Una aventura guiada por la sincronicidad. Hoy empezé a leerlo. Y ya me dió tema de reflexión. Me gusta ver cómo distinta gente habla de coincidencias. Casualidades. Oportunidades. Destino. Suerte. Sí, son conceptos distintos pero pueden estar relacionados. Y a veces hasta podemos confundirlos. Yo parto de una frase. “Las cosas pasan por algo”. No quiero decir con eso que las personas y cosas estén predestinadas a nada. Pienso pues, que si estuviéramos predestinados no tendría mucho sentido. No haría falta que tuviéramos el poder de elegir. O la capacidad de pensar por nosotros mismos. Pues para mi el destino equivale a futuro. Mi teoria es que conocemos tan poco de nuestro cerebro que hay muchas cosas que aún no podemos entender. Cosas que no podemos explicar. A veces me asusto al pensar que igual somos marionetas manejadas por algo o alguien. Socialmente lo somos. Políticamente a menudo también. Religiosamente tambien podemos ser manejados.
“Las cosas pasan por algo. Lloramos porque no lo entendemos”. ¿Es correcto conformarse con “no entender”? ¿Vale la pena buscar el “porqué” de cada cosa? La primera vez que pronuncié esa frase, valió la pena conformarse. Almenos, por un instante. A veces nos consolamos de ésta manera. Normalmente cuando no vemos solución o respuesta que nos convenza. Eso pasa mucho con la fé en las religiones. La gente se pregunta una y otra vez que hay después de la muerte. Y solo se calman al convencerse de que hay algo más que haga que valga la pena morir. Mientras no se convencen, desesperan. Después de todo tampoco podemos buscar la parte científica de todo. Bueno, ése tambien sería un buen debate. De cada día soy más escéptica. Lo que quiero acabar diciendo es que cuando lloramos muchas veces es por no entender lo que pasa. O por no saber ser subjetivos. Por no saber salir del círculo en el cual estamos y observarnos. Seguro que muchas coincidencias, casualidades, no las consideraríamos así si no pasara en nuestro entorno. Por eso cuando nos pasa algo difícil acabamos llorando de alguna manera (algunos con lágrimas, otros con gritos, otros con silencios). Porque no entendemos o en su defecto, porque no queremos o sabemos entender. Los escépticos lloran más. Porque dudan mucho y eso no deja que acaben de entender. Igual creo que el escepticismo debe ser una etapa. De búsqueda, porque no. No podría quedarme escéptica toda la vida, creo.

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