Soy bloguera y desde el día que descubrí lo que era un blog me declaré entusiasta del movimiento. Aun a día de hoy, cuando alguien me pregunta cómo solucionar algún problema tiendo a recomendarle que se haga un blog. Me ayuda tanto tener un espacio donde ordenar y hacer públicas mis ideas, que no puedo evitar animar a los demás a que hagan lo mismo.
Me gusta el mundo de los blogs y con el tiempo he ido adquiriendo algunos vicios y, para qué negarlo, también algunas manías. Qué le vamos a hacer. Leo posts ajenos cada día y corrijo y completo mis borradores a diario. Le doy mil vueltas a las palabras que escojo para expresar justo lo que quiero decir. Y aun así no siempre acierto.
Participo a menudo en conversaciones relacionadas en cómo posicionar una página web. Leo blogs de marketing que tienden a aburrirme. Recomiendan reglas, normas y trucos para adornar el texto con el fin de hacerlo más visible. Eso sí, también lo condicionan.
Mis textos no quiero que estén condicionados. Por eso, en mi blog personal, ignoro algunas reglas del todo poderoso SEO. Comprendo que son necesarias y que las webs necesitan ser posicionadas pero mi blog no se mueve bajo estos (únicos) parámetros. Mi objetivo aquí no es que me lea una gran masa. No vendo nada. Mi objetivo aquí es canalizar mis pesares pensares en forma de frases que no tienen por qué tener sentido para todo el mundo. Mi blog no es un cuaderno de lecciones que aspire a tener miles de visitas. Mi blog es para mí, y para quién quiera participar de mis inquietudes.
Dicho esto, con el tiempo, he ido anotando algunas de mis manías que, como bloguera, me molestan, me irritan. No me gustan.
Por tanto, al margen de todas esas reglas cambiantes de “cómo conseguir tres mil millones de visitas en un día”, os manifiesto mis manías más sentidas como usuaria y consumidora de blogs que también soy. Digo “al margen” porque sé que muchas de las cosas a las que les tengo manía se hacen única y exclusivamente para mejorar el mencionado posicionamiento. Pero ya me diréis de qué sirve conseguir tres mil millones de visitas si uno no es capaz de retenerlas el tiempo necesario para conseguir lo que sea que se haya propuesto. Mi único propósito al que aspiro en este blog es conseguir que los lectores se sientan a gusto, lean y se identifiquen con lo que escribo. Aun así, no siempre lo consigo.
En fin, tomando conciencia de que este es uno de los posts más haters que he escrito, comparto mis diez manías con todos vosotros.
1. Odio los pop-ups. Odio que mientras estoy leyendo algo que me interesa se interponga en mi camino un pop-up que me obligue a buscar la crucecita para cerrarlo. Si el pop-up es para que me suscriba, no lo haré hasta que haya terminado de leer el post, con lo que una buena idea es situarlo al final y no interrumpir mi lectura. Interrumpirla puede provocar que abandone al tiro de golpe el blog o que busque opciones alternativas para bloquearlos. Si se trata de publicidad las consecuencias pueden ser más graves.
2. No me gusta que el plugin típico de share buttons para compartir el contenido en redes sociales se sitúe en la parte superior del post. En la misma línea del punto uno, no compartiré nada que no haya leído antes. Por tanto, situarlo en la parte inferior del post, demostrará que el autor del post pretende que su contenido se comparta solo si ha sido leído antes.
3. Soy muy tiquismiquis con eso de mencionar el nombre del autor de todo el contenido que comparto en redes. Llamadme rara pero me gusta decir quién lo ha escrito y me gusta hacerle saber que lo he mencionado. No comprendo porqué al compartir contenido que me resulta interesante, los autores de algunos blogs no programan que, al realizar ese share, se incluya el nombre de usuario del autor del post o del mismo blog. Eso me ocurre sobre todo cuando comparto posts o artículos en Twitter. Yo, porque soy así, me molesto en buscar el nombre de usuario del autor para así poderlo mencionar. En muchas ocasiones creo que esta información podría venir dada. No cuesta nada facilitar eso y es lo más justo y beneficioso para el autor del post.
4. No comprendo la fobia a un falso copyright. Entiendo que cada uno debe proteger lo suyo pero, a veces, se quiere mencionar o hacer referencia a una frase de un texto ajeno y el hecho de no poder copiar/pegar dificulta el trabajo. En estos casos, no se pretende robar la idea ni copiar íntegramente el contenido “protegido”. Solo se pretende citar trozos del texto y mencionar correctamente quién lo ha escrito. No puede ser tan perjudicial facilitar las cosas.
5. Huyo de los posts con párrafos extremadamente largos. Me tiene que interesar mucho el contenido para consumir párrafos interminables. Estructurar bien la redacción mediante frases y párrafos cortos contribuye al bienestar del lector y, cuando no, al mío.
6. Obviamente una de las cosas que me pone nerviosa es encontrarme con faltas de ortografía en los textos que leo. Como bloguera, comprendo que somos humanos y que todos podemos equivocarnos, alguna vez. Yo, la primera. Aun así, hay faltas que se ven de lejos que perduran por falta de atención o nula observación. Errare humanum est, sed perseverare diabolicum. Una de mis grandes manías es encontrarme con todas las palabras que componen un título empezando en mayúsculas. Según la RAE, y aquí sí copio y pego el punto 4.17, donde dice que solo se escribe en inicial mayúscula “la primera palabra del título de cualquier obra de creación (libros, películas, cuadros, esculturas, piezas musicales, programas de radio o televisión, etc.); el resto de las palabras que lo componen, salvo que se trate de nombres propios, deben escribirse con minúscula.” Al contrario de lo que ocurre con otros idiomas, el español funciona así, nos guste o no nos guste.
7. No podía faltar el odio hacia esos textos estratégicamente preparados para no comunicar nada nuevo, incluso nada, sin el nuevo. Hablo de posts charlatanes que solo usan palabras huecas y vacías. Suelen ir acompañados de muchas palabras en negrita, subrayadas y de diversos colores. Son ese tipo de redacciones que te enganchan por el título. Tal cual entras, sales. No me gusta que me engañen o me hagan perder el tiempo.
8. No me gustan los blogs con fondo oscuro. Existen excepciones pero la letra blanca, amarilla, roja o azul claro sobre negro me cansa la vista y, no sé porqué, me transmiten poca seriedad.
9. Tampoco me gusta el abuso de posts en forma de lista. Está bien redactar alguno de vez en cuando pero no soy muy fan de los blogs pro listas. Soy consciente de que este post se compone de una lista pero intento no abusar de este formato en mi blog. Me resultan posts demasiado fáciles y me tientan a hacer lectura en diagonal, cosa que trato de evitar.
10. Como ya se sabe, la definición de blog lleva implícito que las publicaciones se ordenan de forma cronológica. Pues bien, no me gustan los blogs que no permiten ver la fecha de publicación de sus entradas. Comprendo que la última entrada que esté en el blog será la última que se ha escrito pero me gusta saber cuándo se ha publicado. Entre otras cosas, un blog se caracteriza por tener un apartado abierto a comentarios. Desconocer la fecha de publicación puede dificultar que los comentarios sean coherentes y de calidad.
Hasta aquí llegan mis diez manías. Ya se sabe que cuanto más mayores nos hacemos, más quisquillosos nos volvemos. Espero no haber resultado muy insoportable.
Imagen: alamodestuff
Imagen header: Christian Schnettelker